Buzón
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La mayoría de los europeos no se oponen a la inmigración cuando ésta permite contar con la mano de obra especializada que les hace falta y cuando estos inmigrantes aceptan nuestra cultura. Pero deben ser auténticos especialistas, no inmigrantes que huyen de la pobreza, porque no se trata de importar problemas. Por desgracia, los políticos en Bruselas y Berna que se ocupan de esta problemática han perdido todo contacto con la realidad. Por eso, Europa necesita una tormenta purificadora, y ésta no puede menos que llegar porque después de oscilar en una dirección, el péndulo siempre oscila en la dirección opuesta.
Ya es hora de abrir los ojos y mirar más allá de nuestras narices. La situación actual es el resultado de siglos de explotación de los llamados países en vías de desarrollo. Si queremos evitar la inmigración masiva, tenemos que componer las cosas. No se trata de islamización, sino de pobreza y riqueza, así como de su distribución. Sin embargo, pensamos de una forma muy limitada y creemos que aislándonos podremos mantener nuestro “estilo de vida”. Esta visión carece de perspectiva, porque si no cambia nada en la vida de los pobres de este mundo, seguirán “asaltando” en masa la fortaleza llamada Europa. Estas personas están desesperadas, se arriesgan a morir en el Mediterráneo y pagan miles de euros a quienes los ayudan a huir.
Al no aplicar lo que postula la Iniciativa contra la Inmigración Masiva, el Parlamento suizo ha traicionado al pueblo suizo y ha abolido la democracia. Los culpables son aquellos miembros del Parlamento que ven con buenos ojos la UE y se ponen de rodillas ante cualquier amenaza por parte de la misma.
Nosotros, los suizos, hemos construido en un largo periodo histórico un consenso para integrarnos en un Estado federalista y democrático, tolerante frente a las particularidades de su pueblo, respetuoso de todos los sectores de la población y que, al mismo tiempo, es apreciado, apoyado y en caso de necesidad defendido por todos sus ciudadanos. Los inmigrantes que interiorizan y aplican con convicción este consenso se convierten en suizos por convicción política y forman parte de Suiza – independientemente de su origen– . ¿Quién puede tener algo en contra? Sin embargo, lo que preocupa a muchos es que, lamentablemente, numerosos inmigrantes quieren “subirse a trenes especiales”, con un “horario” totalmente ajeno al consenso suizo.
Mientras disfrutábamos de un tranquilo picnic en un apartado rincón de los Alpes suizos, un dron sumamente ruidoso y molesto pasó zumbando por encima de nuestras cabezas, a pocos metros, y se quedó allí por espacio de 15 minutos. Nos desagradó mucho esa invasión descarada e irrespetuosa de nuestra privacidad y soledad. Nos sentíamos espiados y pese a gritarle, e incluso tirarle estiércol de vaca, siguió allí, como si quisiera provocarnos. Es una pena que su artículo no mencione la violación de la esfera privada por parte de los drones. No a todo el mundo le gusta su fastidiosa presencia en nuestro espacio más inmediato.
Me desilusionó observar que en las discusiones sobre energía limpia para Suiza y otros países ni siquiera se mencionan los progresos alcanzados en la “fusión fría”, que es objeto de investigación y promoción por parte de la mayoría de las sociedades avanzadas. Es más conocida por el acrónimo LENR, que significa Low Energy Nuclear Reaction (reacción nuclear de baja energía), en la cual el “efecto Rossi” ha alcanzado un coeficiente de rendimiento de 200 aproximadamente, tan eficiente que en la próxima década este nuevo tipo de energía volverá obsoleto cualquier otro método.
¡Genial! Ahora, para asegurarnos de que un producto es completamente “suizo” sólo faltaría añadir que al menos un 51% de los directivos de las empresas también deban ser suizos. Para conseguir los porcentajes correctos se podría aumentar el número de directivos… ¡Adelante, Suiza! ¡A por las estrellas!
Ya que existe una ley de Swissness, retiren entonces también la rúbrica “Swiss” y la cruz suiza de las aeronaves de la filial de Lufthansa. No necesitamos la mala imagen de esta compañía aérea.
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