Oído
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En Olten, en cuya estación de trenes se encuentra la piedra conmemorativa del kilómetro cero de la red de ferrocarriles suiza y todos los caminos son de tránsito, es donde Simon Spiess inició su andadura musical. Spiess nació en Aarburg y es uno de los grandes jóvenes talentos musicales de Suiza. Cuando era muy joven oyó un disco en el que el saxofonista de Olten, Roland Philipp, tocaba junto con otros. Pronto empezó a aprender con él y con Fritz Renold, de Aarau. Más tarde estudió en la escuela de jazz de Basilea. Así, Simon Spiess se convirtió en el músico que es hoy: anclado en la tradición del jazz, pero también abierto a la música electrónica, al indie rock y otras formas musicales.
El actual álbum de su trío se llama “Stardance” y es jazz puro. Gusta por su sencillez y su desenfadada musicalidad. Temas claros, líneas melódicas y un relajado sonido son las cualidades que caracterizan a este saxofonista. Por momentos se perciben tonos de groove, y luego baja el pulso y sopla en el aire el timbre de una balada. En una pieza musical como “Basic Needs” se mezclan cascadas de jazz con melismas orientales.
Después de grabar varios álbumes, Simon Spiess ha constituido de nuevo su trío con la incorporación del experto bajista Bänz Oester y el batería Jonas Ruther. De regreso a casa tras prolongadas estancias en Nueva York, Berlín, París y Mannheim, este saxofonista vuelve a imponerse en el mundo del jazz local. Con “Stardance” hace una convincente declaración. El trío varía con algunas risueñas piezas tocadas de un modo muy refrescante.
Spiess también puede a veces tocar con gran ímpetu, apoyado por los sonidos palpitantes de una sección rítmica. Luego uno se deja llevar de nuevo por ese sonido desenfadado que resalta en los atmosféricos temas musicales. Y a menudo las piezas están abiertamente presentadas, lo que les da bastante margen a los tres instrumentalistas. Y sin embargo, no se sobrecarga nada ni se improvisa demasiado.
Como ya lo hizo en los últimos álbumes del trío, Simon Spiess ha invitado esta vez a un músico: Nya, un rapero de la Suiza francófona. Y a diferencia de lo que hace con Erik Truffaz, por ejemplo, con el que Nya basa su flujo verbal en compases y electrotexturas, aquí la estructura principal está constituida por un ligero impulso de jazz. De este modo continúa musicalmente la tradición de la generación del ritmo Kerouac de jazz, pero anclado totalmente en el presente en cuanto a los textos y su técnica de articulación: una combinación armoniosa, que bien podría ser objeto de todo un álbum.
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