Selección
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Soñaba con un puesto en el Consejo Federal, pero ahora podría incluso perder su mandato. A gran salto, gran quebranto, afirma el dicho que bien podría aplicarse a Pierre Maudet, el hombre fuerte del Consejo de Estado de Ginebra quien fue separado de la mayoría de sus cargos en el marco del asunto de Abu Dabi. La polémica surgió a raíz de un viaje de lujo en 2015, que el príncipe heredero de Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed Al Nahyan, regaló a Maudet, su familia y su Jefe de Gabinete. El Consejo de Estado había pretextado que un amigo lo había invitado a este viaje –luego se suceden toda una serie de mentiras, confesiones, disculpas y nuevas revelaciones sobre un turbio sistema de financiación política–. A un año de las elecciones federales, el PLR (Partido Liberal Radical) se encuentra bajo presión, sacudido por las tensiones entre liberales y radicales. Maudet se aferra a su cargo, aunque le amenaza un juicio por tráfico de influencias a raíz de las investigaciones iniciadas en 2017. ¿Cómo pudo este exitoso comunicador e inquebrantable capitán del ejército, que fuera reelegido en la primera vuelta de las elecciones de 2018, haberse dejado llevar por semejantes senderos? La tesis predominante apunta hacia la hibris de las tragedias griegas, ese impulso de insolente arrogancia que exige un castigo cruel por parte de los dioses.
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