Economía
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Una cadena de bloques es un sistema de encriptación descentralizado, que ofrece posibilidades inauditas para los intercambios en Internet. Suiza acoge esta tecnología con los brazos abiertos, dando lugar a una competición entre varias cadenas de bloques y sus criptomonedas.
Internet ha experimentado varias revoluciones: una de ellas fue la invención del protocolo TCP/IP, que en 1989 permitió la creación de un Internet universal: la Web. El sistema de encriptación descentralizado llamado cadena de bloques abre, a su vez, una nueva era. “Esto puede compararse con la invención de las matemáticas tras la invención de la escritura”, considera el ginebrino Shaban Shaame. Este emprendedor de 38 años ha creado su propia cadena de bloques para desarrollar actividades en los videojuegos.
La cadena de bloques es un registro compartido por varias computadoras. Cualquier modificación introducida en este “genoma” debe ser validada por todos los participantes, razón por la cual este sistema se considera inviolable. Esta tecnología permite a los internautas intercambiar de forma instantánea datos, bienes y servicios sin necesidad de pasar por un tercero que funja como autoridad. Con la ayuda de “tókenes” se archivan los contratos en la cadena de bloques. Los negocios se pagan con monedas digitales emitidas en la cadena de bloques. “Este sistema permitirá prescindir de Uber”, apunta Vincent Pignon. Efectivamente, la cadena de bloques establecerá una comunicación directa entre el cliente y el conductor, sin necesidad de pasar por una aplicación de pago. Vincent Pignon, especialista en tecnología y finanzas, es el jefe de Wecan, una empresa ginebrina dedicada a cadenas de bloques. También lo ha contratado el Estado de Ginebra para que apoye a las autoridades cantonales en la promoción de esta nueva tecnología.
En realidad, el mundo cuenta no sólo con una, sino con millares de cadenas de bloques. Los propietarios, según el modelo de la fundación Ethereum, compiten entre sí para que su protocolo sea el más extendido de todos. Resulta que Suiza se ha convertido en un paraíso para las empresas y fundaciones activas en este sector. En 2018, el Consejero Federal Johann Schneider-Ammann, responsable de Economía, había manifestado su anhelo por convertir a Suiza en una “nación blockchain”. A diferencia de los Estados Unidos, que introdujeron normas muy estrictas, Suiza decidió no promulgar leyes específicas al respecto.
Varias administraciones han puesto en marcha medidas para facilitar y encauzar el desarrollo de este concepto. La ciudad de Zug permite a sus vecinos realizar el pago de sus gestiones administrativas con bitcoins, la criptodivisa de mayor difusión. En 2014, Zug organizó la primera recaudación de fondos para una cadena de bloques a través del lanzamiento de Ethereum y de su moneda digital, el ether. Dicho de otra forma, los accionistas invirtieron en este proyecto con dinero clásico a cambio de recibir ethers. En Ginebra, el Departamento de Desarrollo Económico publicó una guía dedicada a la emisión de criptomonedas y a su fiscalización. Facebook escogió esta misma ciudad para que sea la sede de su futura y ya controvertida moneda, la libra. Una filial –Libra Network– y una asociación están dirigiendo esta operación. “Facebook estimó que las otras cadenas de bloques y sus monedas no eran lo suficientemente rápidas. Su intención es proponer a sus 2,3 mil millones de usuarios un sistema inmejorable de pago y transferencia de dinero”, señala Vincent Pignon.
Shaban Shaame recibe con beneplácito la irrupción de la libra impulsada por Facebook, debido a que esta compañía propone confiar la gestión del proyecto a una asociación en la que están reunidos una multitud de actores como Paypal o Visa. La libra se apoyaría, asimismo, en varias monedas fuertes: esta descentralización es el concepto clave del proyecto blockchain. Su origen es Bitcoin, un protocolo creado en 2008 por ciberpunks como reacción a la crisis financiera. La idea consistía en retomar el control sobre un mundo financiero enloquecido.
Según el jefe de EverdreamSoft, la difusión de esta tecnología tendrá un impacto enorme. La cadena de bloques permitirá dar más poder a los ciudadanos del mundo, quienes podrán participar en intercambios y en la creación de valores prescindiendo de bancos, notarios y administraciones. Estas conexiones se desarrollarán dentro de un nuevo espacio jurídico y social. “Cada cadena de bloques ofrecerá a sus socios un sistema político con normas sociales: por ejemplo, un impuesto destinado a financiar un seguro de vejez”, imagina Shaban Shaame. Se crearán proyectos colectivos que traspasarán las fronteras. Cada quien podrá participar con un aporte de trabajo, de fondos, o simplemente haciéndose cargo de la promoción de algún proyecto. De este modo, el visitante de un sitio podría percibir una remuneración en criptomoneda.
La cadena de bloques da acceso a datos fiables y actualizados. En Ginebra, ya se puede acceder al registro mercantil con un solo clic a través del sistema Ethereum. Otro ejemplo es el negocio con materias primas, que supone una gran cantidad de socios y documentos físicos. La cadena de bloques simplificará este comercio. Asimismo, la consulta de la documentación civil o mercantil o del currículum podrá realizarse a través de cadenas de bloques. Para ello bastará un celular inteligente. Este es el concepto desarrollado por Wecan, en colaboración con el Cantón del Valais y una compañía de seguros suiza. Mountain Pro ofrecerá a un cliente la posibilidad de saber al instante si un determinado guía de montaña dispone de los permisos necesarios para ejercer su profesión, gracias a verificaciones realizadas en el origen, por ejemplo en una compañía de seguros. La cadena de bloques garantizará también la perdurabilidad de los objetos virtuales. Así, EverdreamSoft propone a sus clientes comprar figurillas digitales de videojuegos. Un “token” describe de forma integral el objeto y convalida su título de propiedad a través de un código. “La cadena de bloques será el notario de una nueva economía”, afirma Shaban Shaame. Sin embargo, Bitcoin necesita por sí solo enormes cantidades de energía para su funcionamiento: el equivalente al 0,12 por ciento del consumo mundial de electricidad. No obstante, este análisis no tiene en cuenta los ahorros que la cadena de bloques permitirá a escala global, rebaten algunos especialistas.
Los intercambios se realizan con bitcoin o ether, monedas que, entre otras cosas, sirven para remunerar a las personas que almacenan los registros de la cadena de bloques. Fundada en 2013 en Zug, la empresa Bitcoin Suisse ofrece precisamente a sus clientes comprar, intercambiar y almacenar estas criptomonedas. Gestiona 125 divisas distintas. Pionera en el “Crypto Valley” de Zug, esta sociedad ha cuadruplicado su plantilla entre principios de 2018 y julio de 2019. En 2018, registró un ingreso neto de 43,7 millones de francos, indica su responsable de marketing, Marc Baumann. Por otra parte, la ciudad de Zug se apoya en una plataforma digital desarrollada por Bitcoin Suisse para realizar las transacciones en moneda digital con sus residentes. Por el momento, el uso de las criptomonedas sigue siendo complejo, por razones tanto tecnológicas como de auditoría legal. Plataformas como Bitcoin Suisse proponen efectivamente gestionar las transferencias para sus clientes: la misma idea que propugna Facebook.
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