Selección
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¡Esa risa! Ningún artículo de prensa sobre Liselotte “Lilo” Pulver ha podido pasar por alto este singular rasgo de la todavía popular actriz suiza. Tampoco en su 90 cumpleaños, en octubre pasado. Pulver vive ahora retirada en una casa para mayores, en su ciudad natal de Berna. Con motivo de su cumpleaños, publicó el libro “Was vergeht, ist nicht verloren” [“Lo que pasa no está perdido”], que recoge recuerdos personales basados en antiguas fotografías, cartas y anotaciones. Pulver lo ha conservado todo y ahora puede relatar su larga vida, que tomó un rumbo inusual para una burguesa nacida en Berna en 1929. Tuvo que graduarse primero en una escuela de comercio antes de que le permitieran recibir clases de interpretación. Su carrera profesional fue grandiosa e internacional. Especialmente en la Alemania de la posguerra, la alegre suiza se convirtió en una estrella de cine con películas como “Ich denke oft an Piroschka” [“A menudo pienso en Piroschka”], y llegó hasta el corazón del público suizo en la década de 1950 como la intachable criada Vreneli en las adaptaciones fílmicas de Gotthelf “Ueli der Knecht” [“Ueli el gañán”] y “Ueli der Pächter” [“Ueli el granjero”]. Después, demostró su talento y versatilidad como actriz en la película de la Nouvelle Vague “Die Nonne” [“La religiosa”], al igual que en la comedia “Uno, dos, tres”, del director estadounidense Billy Wilder. En esta última, parodió a Marilyn Monroe bailando sobre una mesa. Su vida privada estuvo marcada por crueles giros del destino: la temprana muerte de su hija y la pérdida de su marido. Pero dice que no son ciertos los titulares que afirman que hoy se siente sola. Hace poco aclaró: “En general, estoy muy contenta con mi vida”. Y también su legendaria risa continúa presente, pues “cada día, afirma Lilo Pulver, “encuentro un motivo para reír”.
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