Noticias del Palacio Federal
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¿Sabía que el Papa ha estado custodiado por jóvenes ciudadanos suizos durante más de quinientos años? Casi todos los 160 miembros de la “Quinta Suiza” residentes en el Vaticano tienen algún vínculo con la Guardia Suiza.
Vestidos con suntuosos uniformes azules, rojos y amarillos (los colores de la familia Médici) y con la cabeza bien alta, los jóvenes guardias permanecen varias horas al día frente a la Domus Sanctae Marthae para custodiar al jefe supremo de la Iglesia católica romana. La población total del Vaticano asciende a unas 800 personas, 135 de las cuales son miembros de la Guardia Suiza. Pero, ¿por qué son precisamente ciudadanos suizos quienes custodian la Santa Sede? ¿Y cuáles son las particularidades de esta comunidad suiza en el extranjero?
Los orígenes de la Guardia Suiza se remontan al siglo XVI, cuando Suiza era conocida en toda Europa por sus valerosos guerreros. En una época de guerras y disturbios en Europa, los mercenarios suizos eran muy apreciados y constituían un importante “producto de exportación”. Aunque en aquel entonces Suiza no contaba con un ejército centralizado, los soldados de infantería eran perfectamente capaces de defender sus tierras de las ambiciones de los señores vecinos. Del siglo XVI al XVIII, la poderosa familia Zurlauben (Zug), por ejemplo, reclutó mercenarios para alistarlos en los ejércitos extranjeros.
Así fue cómo, en 1505, el Papa Julio II también decidió contratar mercenarios suizos para su protección. En una reunión de delegados de la Confederación Helvética, encargó a un contingente de soldados suizos la protección del Vaticano. El 22 de enero de 1506, los primeros 150 guardias entraron en Roma y recibieron la bendición del Papa. Ese fue el día de la fundación de la Guardia Suiza Pontificia, que a partir de entonces se convertiría en la escolta y guardiana de palacio papal.
La Pontificia Cohors Helvetica es la única tropa de esos lejanos tiempos en que solían reclutarse mercenarios extranjeros, que ha perdurado hasta la fecha. Se cubrió de gloria el 6 de mayo de 1527, cuando Roma fue atacada y saqueada por 24 000 mercenarios alemanes, españoles e italianos. La Guardia Suiza se enfrentó a los atacantes y permitió que el Papa Clemente VII escapara. De los 189 guardias, solo sobrevivieron 42. Aquel día, la Guardia Suiza salvó la vida del pontífice. Todavía hoy, los nuevos reclutas prestan juramento el 6 de mayo, día conmemorativo del sacco di Roma.
El papel de la Guardia no ha cambiado mucho a lo largo de los años. Hoy en día, los guardias deben estar vigilantes para proteger al Papa de nuevos peligros, como los ataques terroristas. En caso de vacante papal (sedis vacante), la Guardia Suiza se encarga también de proteger al Colegio Cardenalicio. La Guardia custodia asimismo las entradas oficiales al Estado Vaticano y desempeña funciones de orden y honor, prestando sus servicios, por ejemplo, en ocasión de las visitas oficiales de jefes de Estado.
Uno de los motivos del ininterrumpido apego papal a la Guardia a lo largo de los siglos, a pesar de las inevitables dificultades diplomáticas en las relaciones bilaterales entre Suiza y la Santa Sede, son sus valores: respeto, disciplina, profesionalidad y calidad son las señas de identidad de la Guardia Suiza, cuyos miembros se forman tanto en Suiza como en el Vaticano. Su entrenamiento incluye prácticas regulares de tiro, artes marciales y el uso de la lanza.
No todo el mundo puede pertenecer a la Guardia. Para entrar en el cuerpo hay que ser católico practicante, ciudadano suizo, varón, soltero, tener entre 19 y 30 años, medir al menos 174 cm, gozar de buena salud, haber cursado un aprendizaje profesional o el bachillerato, haber terminado la escuela de reclutas, poseer el carné de conducir de automóvil categoría B y estar dispuesto a comprometerse durante 26 meses de servicio. Esto convierte a la Guardia Suiza en la comunidad suiza en el extranjero más homogénea del mundo. Sin embargo, no hay que olvidar que, además de los 135 guardias, viven en el Vaticano otros 25 ciudadanos suizos. La mayoría de ellos son familiares de los guardias suizos, aunque algunos son miembros del clero.
Otra particularidad de la comunidad suiza en el Vaticano es que todos los que trabajan en o para el Vaticano disfrutan de la ciudadanía vaticana mientras dure su empleo. Esto significa que los guardias obtienen rápidamente la ciudadanía, aunque solo por tiempo limitado. La forma de gobierno del Vaticano también es especial: es la única monarquía absoluta electiva. La Santa Sede tiene estatuto de observador en la ONU. Mantiene relaciones diplomáticas con más de 180 países, de los cuales más de 90 tienen representación local. Con más de 1 300 millones de creyentes y una amplia red mundial, la Santa Sede tiene un poder político tan grande como pequeño es su territorio.
A pesar de esta importancia política y de la existencia de la Guardia Suiza, el Gobierno de nuestro país esperó hasta 2021 para abrir una embajada ante la Santa Sede en Roma. Por el contrario, la Santa Sede está representada en Berna por un nuncio (“embajador papal”) desde 1920. Debido a las complicadas relaciones bilaterales, derivadas sobre todo de las tensiones políticas internas entre protestantes y católicos, tuvo que pasar bastante tiempo antes de que Suiza pudiera representar sus intereses en el Vaticano. En 2023, la nueva embajada suiza ante la Santa Sede fue inaugurada en Roma por el Consejero Federal, Ignazio Cassis, y el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin.
Hasta los años noventa, las relaciones bilaterales eran gestionadas unilateralmente por la nunciatura de Berna. En 1991, el Consejo Federal nombró a un embajador en misión especial y, a partir de 2004, a un embajador plenipotenciario que residía en otro Estado y trataba con la Santa Sede mediante “acreditación paralela”, la última vez desde Eslovenia.
Con la inauguración de la representación suiza en la Santa Sede, Suiza ha abierto un nuevo capítulo en sus relaciones bilaterales. Así lo demuestra la intensidad de las visitas oficiales. La Presidenta o el Presidente de la Confederación Helvética asiste regularmente a la ceremonia de juramento de los guardias suizos en el Vaticano, el día 6 de mayo. La visita de altos cargos al Vaticano brinda también la oportunidad de mantener conversaciones oficiales al más alto nivel. Varios papas también visitaron Suiza en el pasado: Juan Pablo II, por ejemplo, estuvo tres veces en nuestro país. El Papa Francisco estuvo en Ginebra en 2018; visitó el Consejo Mundial de Iglesias y se reunió con miembros del Gobierno suizo durante su visita.
La Guardia Suiza es una piedra angular de nuestras relaciones bilaterales desde hace más de quinientos años. Hasta la fecha, los guardias abren las puertas del Vaticano a Suiza, contribuyendo así a estrechar las relaciones entre ambos Estados.
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