Selección
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Los medios de comunicación suelen da una limitada difusión al deporte de las personas con discapacidad. Así, Heinz Frei es menos conocido que, digamos, la tenista Belinda Bencic, ganadora de una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio. Esto no impide que la trayectoria de Heinz Frei sea absolutamente fenomenal. El 1º de septiembre, este atleta bernés de 63 años consiguió en los Juegos Paralímpicos una medalla de plata en la carrera de bicicleta de mano. Bajo una lluvia torrencial recorrió 78 km con la fuerza de sus brazos. Esta era su decimosexta participación en los Juegos Paralímpicos, en los que logró acumular a lo largo de los años un total de dieciséis medallas de oro en atletismo, bicicleta de mano y esquí de fondo. ¡Una increíble odisea!
Esta excepcional carrera deportiva comenzó con un accidente. En 1978, el joven Heinz sufrió una caída durante una excursión en montaña, rompiéndose la columna vertebral a la altura de la caja torácica. El veredicto de los médicos: paraplejía. “¿Lo conseguiré? ¿Valdrá la pena vivir la vida en una silla de ruedas?”, se preguntó. Dos años más tarde, Heinz Frei volvía a practicar deporte en una silla de ruedas improvisada. Desde entonces, su existencia se basa en la noción del límite. “Es importante tener objetivos realistas, que paso a paso te lleven al éxito y te permitan realizar lo posible, en lugar de ir en pos de lo irrealizable. Esto implica reconocer que existen ciertos límites”, comentó el atleta en el sitio web de un fabricante suizo de elevadores para escaleras.
En el Fuji International Speedway de Tokio, Heinz Frei asumió riesgos, llevándose una medalla de plata que valoró como si fuera de oro. “Hoy, el gran vencedor ha sido mi cuerpo”, declaró. Este cuerpo, precisamente, con el que debió reconciliarse tras su accidente, “hasta que se convirtiera en (su) amigo”. Misión cumplida.
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