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Paredes vacías cargadas de sentido

04.10.2024 – Theodora Peter

Desde 2021, el nuevo edificio del Kunsthaus de Zúrich alberga una impresionante colección de pintura francesa. Sin embargo, una sombra se cierne sobre las insignes obras que la Fundación privada Bührle ha cedido al museo público en préstamo permanente (ver Panorama 2/2022). El empresario industrial Emil G. Bührle (1890-1956) hizo fortuna con el comercio de armas, en particular con la Alemania nazi. Como coleccionista de arte, también adquirió cuadros a judíos obligados a venderlos para salvar sus vidas, amenazadas por los nazis, o para financiar su escape al exilio.

Desde el traslado de la Colección Bührle al Kunsthaus no han dejado de llover las críticas en contra de este “museo contaminado”. Y esto no ha cambiado ni siquiera con el nuevo concepto de la exposición, en 2023, a pesar de que el Kunsthaus se ha empeñado en presentar el contexto histórico sin tapujos. Los críticos siguen denunciando aquello que consideran una insuficiente valoración de las víctimas del nacionalsocialismo.

En junio de 2024, las cosas dieron un giro sorprendente: la Fundación Bührle retiró cinco cuadros de la colección, asegurando que se esforzaría por encontrar una “solución justa y equitativa” con los descendientes de sus antiguos propietarios. Cabe pensar en una devolución o una compensación económica. Por el momento, las obras maestras están guardadas en el depósito. En la pared vacía del museo se pueden encontrar explicaciones sobre los huecos que han quedado. Una sexta obra, “La Sultane” de Edouard Manet, permanece en la exposición. Sin embargo, los descendientes de su anterior propietario judío recibirán una “compensación simbólica”. 

A pesar de este importante gesto, la Colección Bührle sigue estando en el punto de mira. Una investigación independiente llevada a cabo por el historiador Raphael Gross reveló deficiencias en la investigación de procedencia, que no cumple los estándares actuales en las 205 piezas que componen la colección. Gross y su equipo encontraron muchas más obras de propiedad judía de lo que se suponía: 62, en lugar de las 41 documentadas por la fundación. ¿Cuántos de estos cuadros pertenecían a judíos que se vieron presionados a vender debido a la persecución nazi? Nuevas investigaciones deberán arrojar luz sobre esta delicada cuestión.

Imágenes: Museo de arte de Zúrich, Colección Emil Bührle

revue.link/emilbuehrle

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