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Hasta finales del siglo XX, la mitología desempeñó un papel fundamental en la conformación de la identidad nacional suiza, como sigue haciéndolo hoy. Una ruta de senderismo, una exposición y un museo invitan a conocer el alma legendaria de Suiza.
"Todo país necesita sus mitos y leyendas para contar su historia", afirma Monika Schmidig Römer, asesora experta del Foro de Historia de Suiza en Schwyz, mientras se encuentra en la ruta de senderismo "Swiss Path" (vía suiza), uno de los senderos circulares más conocidos del país.
Desde Rütli hasta Brunnen, el sendero de 35 kilómetros bordea el lago de Uri, el punto más meridional del lago de Lucerna, y ofrece a los visitantes varias paradas en el camino para descubrir las leyendas de Suiza, desde los prados de Rütli, pasando por el Schillerstein (la piedra de Schiller), hasta la Iglesia Federal de Brunnen y otros lugares.
Schmidig Römer se detiene frente a la capilla de Tell, entre Sisikon y Flüelen, a orillas del lago: "Los murales aquí muestran a Tell, Gessler y el Juramento de Rütli, símbolos de identificación suiza". No obstante, no están documentados históricamente. "Wilhelm Tell fue mencionado por primera vez en 1472 en el 'Libro Blanco de Sarnen'", afirma Schmidig Römer, "pero no se encuentra ninguna persona con ese nombre en los archivos". El motivo del disparo de la manzana tampoco es una invención suiza: es común a varias sagas europeas y tiene su origen en el héroe danés Toko.
Sin embargo, ningún país ha interpretado la historia del tiro a la manzana como parte integrante de su historia fundacional como lo ha hecho Suiza; Guillermo Tell es internacionalmente conocido más allá de sus fronteras debido a una obra de teatro del mismo nombre escrita por Friedrich Schiller en 1804, razón por la cual, cerca de la ruta de senderismo, se encuentra el llamado Schillerstein (piedra de Schiller), un trozo de piedra que se eleva 20 metros fuera del lago y que lleva una inscripción: Autor de Tell / F. Schiller / Die Urkantone (Cantones originarios) / 1859.
No obstante, Schiller nunca estuvo en Suiza. Se había basado en un cuento de Johann Wolfgang von Goethe. Entonces, ¿fue todo ficción? "Lo importante de las leyendas no es su exactitud histórica, sino el mensaje que transmiten", señala Schmidig Römer. Porque a diferencia de los cuentos de hadas, las leyendas tienen al menos un elemento central verdadero. “Tell se convirtió así en una figura de identificación, el luchador por la libertad y la independencia”.
Hasta hace poco, esta leyenda se utilizaba como conocimiento histórico en los libros de texto de historia de las escuelas suizas, ¿por qué? "Hay que entender las leyendas y los mitos en su contexto histórico", comenta Schmidig Römer. Hasta el siglo XVI, las leyendas solamente se transmitían oralmente. Aegidius Tschudi fue uno de los primeros en empezar a recopilar y registrar esos cuentos populares por escrito.
El objetivo de Tschudi era elaborar la historia de los orígenes de Suiza. Recopiló las leyendas en torno a Guillermo Tell y el Juramento de Rütli, añadiendo las fechas que faltaban -que Römer cree que se trata de un error de transcripción-, como que Suiza fue fundada el 8 de noviembre de 1307. "Así fue como la leyenda se convirtió en historia", dice Schmidig Römer.
Especialmente en la época de la formación del Estado-nación en el siglo XIX, existía la necesidad de encontrar una historia común para Suiza, anteriormente dividida, con el fin de crear cohesión y un sentido de comunidad. Tras la guerra de la Sonderbund en 1847, Arnold Winkelried se convirtió en un héroe nacional, un símbolo de resistencia e independencia nacional. Según la leyenda, en la batalla de Sempach de 1386, Winkelried utilizó su cuerpo para desviar las lanzas de varios caballeros de los Habsburgo, sacrificándose para abrir un camino de paso a los confederados.
No obstante, no hay pruebas de que esta figura heroica haya existido realmente. "Y sin embargo, él y Tell fueron fundamentales para esa unión tras la fundación del joven Estado federal", añade Schmidig Römer. “El monumento a Guillermo Tell en Altdorf, erigido en 1895, lo confirma”.
El monumento sigue atrayendo a innumerables visitantes de Suiza y del extranjero, ya que la idea de la identidad suiza se mantiene, por ejemplo, por el hecho de que Wilhelm Tell sigue apareciendo regularmente en los carteles de promoción del referéndum, el más reciente en un cartel de promoción de un proyecto de ley para financiar los medios de comunicación.
O su historia es reinterpretada, como en la obra de teatro Tell que se representa anualmente en Interlaken (Entrelagos) o en la novela Tell, publicada por Joachim B. Schmidt en marzo de 2022. Guillermo Tell fue omnipresente también en el pasado, como muestra la actual exposición en el Foro Histórico Estatal de Schwyz: adorna fundas de cuchillos y panfletos, postales y cuadros. Incluso la (presunta) ballesta de Tell puede verse en la exposición.
Algunas de las exposiciones tratan también de otras leyendas, como las de Toggeli, el fantasma nocturno de la Suiza central, o la piedra del dragón de Lucerna en el monte Pilatus. En la exposición es posible escuchar leyendas contadas en los cuatro idiomas oficiales de Suiza. "En el pasado no existía Google, así que la gente intentaba explicar los sucesos misteriosos de otras maneras", dice Schmidig Römer.
Por ello, las leyendas no solamente tienen un significado histórico, sino que a menudo cumplen una función educativa o religiosa: por ejemplo, ‘La araña negra’, de Jeremias Gotthelf, es un relato sobre las ideas humanistas cristianas del bien y el mal, los modales, la moral y el temor a Dios.
Pero no se trata solamente de leyendas: los cambios en la tierra, la historia y la forma política fueron también una parte importante de la formación de Suiza y de su identidad nacional, por ejemplo, de las leyendas alpinas a un Estado formado espontáneamente que se autoidentificaba como una nación agraria; la formación de valores como la democracia directa, la neutralidad armada y las tradiciones humanitarias apuntan a ello.
El Bundesbrief (Pacto Federal) de 1291 también desempeñó un papel importante. Durante 500 años, este documento había caído en el olvido hasta que el Consejo Federal lo proclamó oficialmente como documento fundacional de Suiza, con motivo de la organización de la celebración del jubileo del 600 aniversario de la Confederación en 1891, que fue también la primera celebración del 1 de agosto.
"Para un país que no está precisamente unido por una frontera territorial o lingüística, ni por una denominación o una cultura común, es necesario que haya algún elemento de conexión. Por eso se buscaron raíces comunes en la historia", señala Annina Michel, directora del Museo Bundesbrief. En las décadas siguientes, el Pacto Federal fue elevado a la categoría de santuario nacional y pasó a representar una Suiza fundada en la independencia y la libertad, así como la primera "Constitución Federal".
Especialmente en el contexto de la llamada "defensa nacional espiritual" durante la Segunda Guerra Mundial, estos símbolos tuvieron también una fuerte función política: en tiempos de amenaza externa, el pueblo suizo se volcó en la unidad interna. Así, en 1936, se creó el Museo Bundesbrief de Suiza, que todavía existe hoy, a pocos minutos de distancia del Foro de Historia Suiza de Schwyz. Allí, el Pacto Federal fue colocado en el "altar de la patria".
Sin embargo, en la década de 1970, las investigaciones demostraron que el Pacto Federal no era en absoluto un documento fundacional, sino una simple alianza de paz territorial entre los valles de Uri, Schwyz y Nidwalden. En los años setenta y ochenta, Guillermo Tell y el Juramento de Rütli también fueron calificados de conservadores y antiprogresistas y terminaron por considerarse cuentos infundados.
No obstante, Annina Michel cree que hubo un renacimiento de esas leyendas: "Hoy en día, el discurso académico ya no cuestiona el efecto constructor de Estado de los mitos, especialmente en el siglo XIX. Aunque los mitos no puedan probarse históricamente -el juramento de Rütli, por ejemplo, nunca tuvo lugar-, eso no significa que carezcan de valor".
Se admite que esas leyendas tuvieron un papel importante en el desarrollo de la identidad nacional. "Hoy ya no se les glorifica, pero se les reconoce su logro", observa Michel. Para explicar el impacto y la importancia de estos mitos, el Museo Bundesbrief sigue existiendo hoy en día, aunque el Pacto Federal ya no esté en un altar sino en una simple vitrina.
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