- Turismo
Un pueblo de ensueño
13.01.2017 – Gerhard Lob
Vale la pena descubrir el pintoresco pueblo de Morcote. Este municipio del Tesino situado en un entorno idílico a orillas del lago de Lugano, se ha declarado recientemente “pueblo más bonito de Suiza”.
Para visitar Morcote lo mejor es llegar en barco, un día soleado. Se descubre entonces un panorama sobrecogedor: esta localidad acurrucada al pie del Monte Arbostora alberga antiguas casas de pescadores, opulentas mansiones aristocráticas, un pintoresco muelle y rojos tejados de ripia. Por encima de todo se yergue la parte alta del pueblo, con la iglesia parroquial de Santa María del Sasso, coronada por su singular campanario, y un cementerio monumental construido en terrazas, al que se accede subiendo 404 escalones –un esfuerzo bastante agotador, sobre todo en verano–. Y el que se aventure más arriba, descubrirá un paisaje de viñedos.
Morcote desde siempre ha atraído al turismo. Sus sinuosas callejuelas y sus acogedores soportales, sus restaurantes a orillas del lago y sus numerosos lugares de interés fascinan sobre todo a los turistas de la Suiza alemana y de Alemania. Por eso no es de extrañar que Morcote recibiera el pasado octubre el premio al “pueblo más bonito de Suiza, edición 2016”, un concurso organizado por la revista de lengua alemana Schweizer Illustrierte, la revista de lengua francesa L’illustré, el periódico dominicial de lengua italiana Il Caffè y la Sociedad Suiza de Radiodifusión y Televisión (SRG). Cabe destacar que en la votación online sólo se consideraron los municipios con menos de 3 000 habitantes. Morcote cuenta con escasas 750 almas.
Privilegios de antaño
Varios siglos de historia han venido modelando la fisonomía de esta localidad. En torno a 1100 se construyó en Morcote un castillo para supervisar el tráfico lacustre. En 1422, los duques de Milán concedieron a este pueblo toda una serie de privilegios: exoneraciones fiscales, derechos de autonomía, franquicias para la pesca y el mercado. En 1517, Morcote pasó a formar parte de la Confederación Suiza y fue adscrito a la bailía de Lugano. El pueblo se volvió rico gracias al comercio, la pesca y la agricultura. A esta opulencia contribuyó también la emigración de artistas: del mismo modo que el cercano Bissone fue feudo del mundialmente famoso Francesco Borromini, Morcote fue feudo del arquitecto Giuseppe Fossati. Su último descendiente, Gaspare Fossati, construyó palacios en Constantinopla y restauró la mezquita de Santa Sofía.
Sin embargo, estos personajes difícilmente se habrían imaginado los últimos adelantos arquitectónicos de Morcote: un gigantesco aparcamiento de siete pisos construido en la montaña, que se inauguró en diciembre de 2015; la mitad de sus 300 plazas están reservadas para los residentes locales, y la otra mitad para los visitantes. De esta manera se logró resolver un problema que desde hace mucho tiempo aquejaba a Morcote: la falta de plazas de aparcamiento. Lo que aún no se ha solucionado es el tráfico por la carretera principal, que llega a saturarse sobre todo en las horas punta cuando los trabajadores fronterizos transitan por el pueblo. “Tenemos previsto cerrar totalmente la carretera a orillas del lago a determinadas horas, para transformarla en zona peatonal”, dice el alcalde de Morcote, Nicola Brivio. Pero de momento éstos son sólo planes para el futuro.
Visitando Morcote a finales de otoño
“Este lugar es sencillamente una joya”, dice entusiasmado un turista alemán que pasea por sus callejuelas un día de finales de otoño. No obstante, en esa época del año quedan pocos visitantes: eso se nota también en las tiendas, algunas de las cuales cierran hasta marzo. La Oficina de Turismo sólo abre por las mañanas. “Gracias al galardón, al menos los fines de semana viene gente” dice la encargada de la tienda de comestibles La Botega.
También cierra en invierno el impresionante Parco Scherrer, a la salida del pueblo en dirección a Figino. En 1930, Hermann Arthur Scherrer, un rico comerciantes de telas y amante del arte procedente de San Galo, compró el terreno para acondicionar un jardín de estilo oriental. Entre cipreses, camelias, alcanforeros, eucaliptos, cedros, palmeras y bambús se encuentra un salón de té siamés y un templo egipcio en miniatura. Vale la pena visitar este parque insólito, como también explorar los numerosos monumentos históricos que encierra el pueblo.
En Morcote, el galardón de “pueblo más bonito de Suiza” ha sido acogido con entusiasmo. La concesión del premio fue incluso retransmitida en directo por la televisión RSI. Si bien nadie pone en duda la belleza del lugar, incluido en el Inventario Suizo de Sitios Dignos de Protección (ISOS), los aspectos prácticos de la vida en el pueblo no dejan de suscitar ciertas reservas: “Visitar como turista un lugar como Morcote es una cosa, vivir aquí otra muy distinta”, observa un agente inmobiliario bajo los soportales. Para quien vive en el centro histórico, aparcar el coche, por ejemplo, es misión imposible; además, están prohibidas las antenas parabólicas. Para el alcalde, Nicola Brivio, estas limitaciones no tienen mayor importancia: “Vivir en Morcote es optar por un particular estilo de vida, aunque a veces haya que renunciar a ciertas comodidades.”
Morcote es el quinto municipio declarado “pueblo más bonito de Suiza”. Hasta 2014 el concurso se limitaba a la Suiza de habla francesa; pero desde 2015 pueden participar pueblos de todo el país. No obstante, los pueblos de la Suiza de lengua alemana no gozan de mucho favor. En la final de la penúltima edición lograron calificarse pueblos de los cantones de Valais, Jura y los Grisones –y ya en 2015 había ganó otro pueblo fronterizo: Soglio.
Imagen El “pueblo más bonito de Suiza” visto desde el lago de Lugano. Morcote, un pueblo de 750 almas cargado de historia, fascina sobre todo a los turistas de la Suiza alemana y de Alemania. Foto Ticino Turismo
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