En la exposición “Nada”, el Museo de la Comunicación de Berna se centra en la nada. Y con eso lo dice todo.
“Por favor, avancen: aquí no hay nada que ver”, reza un letrero colocado en la escalera que conduce a la pequeña sala donde el equipo de Kurt Stadelmann, Comisario del Museo de la Comunicación, ha montado la exposición “Nada”. La sutil ironía del letrero de entrada impregna toda la exposición; esta no se eleva a altas esferas filosóficas, sino que mantiene los pies en la tierra: justo donde está Kurt Tucholsky, para ser precisos. Este escritor alemán escribió en alguna ocasión que un agujero —el prototipo de la nada— solo puede ser un agujero porque está rodeado de algo distinto.
O, dicho en términos más prosaicos: los agujeros del queso emmental solo existen porque están rodeados de queso.
El innovador museo ha aplicado este principio de forma sistemática. Por ejemplo: “Nada más que promesas vacías”, está escrito junto a una acción de 500 francos del desaparecido Credit Suisse. “Mucho ruido y pocas nueces: todo quedó en nada”, se lee junto a un barquito de papel que fue creado durante una soporífera reunión. Y un anillo de boda lleva escrito: “Nada dura para siempre”.
Especialmente fascinante es la ubicación de Punto Nemo en un mapamundi: es el punto en medio del Océano Pacífico que está más alejado de tierra firme que ningún otro punto del mundo: está en medio de la nada.
Cuando visite la exposición, podrá acercarse al oído un auricular que cuelga del techo. Una cálida voz le explicará que no hay ningún lugar en el universo donde no haya nada. Ni siquiera en el vacío. Nada es nunca nada.
Tal vez esto signifique que siempre hay algo, si estamos dispuestos a verlo: alegría, esperanza, un recuerdo, una idea quizá. Esta es la conclusión que se puede extraer de “Nada”. Y ya es mucho.
Museo de la Comunicación, Berna: “Nada”. Hasta el 21 de julio de 2024. La exposición está vinculada con el juego en línea The Void, al que se puede jugar desde cualquier parte.
Página web: mfk.ch/nothing
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