En 1878, el escritor Mark Twain ascendió el Rigi, una hermosa montaña que domina el lago de los Cuatro Cantones. Pero pronto se cansó de cargar su propio equipaje. Luego, también se hartó de los cantantes de yodel a la vera del camino. Al primero le dio una moneda de diez céntimos. Después, cambió de táctica: “Durante el resto del día, compramos el silencio de los demás dándoles un franco a cada uno”. Si Twain viviera hoy, antes de emprender esta excursión debería conocer a Dayana Pfammatter, pionera del yodel: fue la primera en obtener el título de máster en yodel, en la Escuela Superior de Ciencias Aplicadas de Lucerna. Ahora, Dayana Pfammatter imparte cursos de yodel y recibe un aluvión de solicitudes. Sin embargo, estoy seguro de que le encantaría poder dedicar un poco de su tiempo a tratar de convencer a un escritor burlón de la belleza del yodel.
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Marc Lettau, Redactor Jefe
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